Es la mirada que comparten dos personas que desean iniciar algo, pero que están reacias a dar el primer paso para comenzar...
Así fue como terminamos viéndonos, en un acto de valor, sin precedentes, en un hola, que se convirtió en el mayor acierto en 14 años y unos ojos que gritaban: ¡bésame!
Quería esperar. No quería malinterpretar las señales. Estaba sobre ella y pude haberla besado y arruinar todo... no quise. Ella tampoco quería que la besara, al menos no en ese momento.
Después su beso, alivió la tensión. Acabó por destrozar mi coraza. Bajé los escudos y depuse las armas... ¡qué grata sensación!
Imagino que mi mirada decía lo mismo: ¡bésala! Y ella supo leerme mejor, que yo a ella.
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