No es que promoviera la infidelidad, lo que pasa es que me gustaba la idea de lo poliamoroso. Eso de compartir el amor de alguien más... supongo que el verdadero problema era que yo era muy egoísta, demasiado codicioso como para poder compartir lo que sentía mío, con el resto del mundo: gritar esto es de nosotros, me revolvía el estómago y prefería lo clandestino del secreto a voces. Quizás porque yo tampoco podía compartirme, no obstante que fuera con una sola persona, acaso por eso mis relaciones no habían funcionado. Siempre con el corazón roto por mucho arriesgar, o por no arriesgar demasiado...
el punto medio nunca fue lo mío.
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